¿Cuál debe ser la estrategia política de la izquierda respecto a la contradicción existente entre Estado y propiedad privada? Un simple intento de restaurar el equilibrio y de fortalecer las libertades individuales no puede bastar, en parte por el desplazamiento tan espectacular que se ha dado hacia el poder estatal arbitrario, pero también porque la fe en el Estado como agente potencialmente benevolente se ha desvanecido en gran medida. El regreso del Estado al papel de puro «vigilante nocturno» sólo serviría para desencadenar los poderes de lo que ya es un capital desregulado, para hacer lo que le parezca sin ninguna restricción social o a largo plazo.

La única estrategia política alternativa viable debería tender a disolver la contradicción existente entre los intereses privados e individuales, por un lado, y el poder e intereses del Estado, por otro, y a sustituirla por algo diferente. En ese sentido parece enormemente sensata la preocupación creciente de la izquierda por el restablecimiento y revigorización de «los bienes comunes».

La absorción de los derechos de propiedad privada en un proyecto general para la gestión colectiva de los comunes y la disolución de los poderes autocráticos y despóticos del Estado en estructuras de gestión colectiva democrática se convierten en los únicos objetivos a largo plazo que realmente merecen la pena.

Deben formularse planes radicales, ya se les llame revolucionarios o reformistas, para impedir que la civilización se ahogue en la contradicción entre propiedad privada insensible y desregulada y poderes estatopoliciales cada vez más autocráticos y militarizados, consagrados a defender al capital y no el bienestar del pueblo.

David Harvey. Dicecisiete contradicciones y el fin del capitalismo.

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