Tras publicar una breve hoja de ruta sobre el permiso retribuido recuperable anunciado por el Gobierno Central el 29 de marzo y diez preguntas básicas sobre esta novedad, analizamos de manera urgente estas medidas que intenta paliar el efecto del Estado de Alarma sanitaria en materia laboral.

1) La denominación genera confusión. No es razonable denominar “permiso” a lo que no lo es. No estamos ante un derecho de los trabajadores sino ante una obligación. Hubiera sido clarificador llamar a esta creación gubernamental atendiendo a lo que sí es y por su nombre: Bolsa de horas recuperable.

2) Las formas de creación e implantación. Tampoco es de recibo que el Real-Decreto 10/2020 se publique el domingo 29/03/2020 a las 23:35 en la web del BOE y haya entrado en vigor más de 23 horas antes. Es una pésima técnica legislativa, que conduce a la retroactividad de facto, que no permite planificar mínimamente y que genera inseguridad jurídica.

3) Los borradores y bulos. Filtrar diferentes versiones de la norma (han circulado por redes sociales al menos 3), que no se corresponden con el contenido de la norma solo aporta confusión. Que hayan circulado versiones no oficiales solo pone de manifiesto que se podría haber elaborado y publicado antes la versión definitiva y oficial. La creación de bulos no casa bien con el derecho de información de los trabajadores.

4) Falta de claridad. El establecimiento de un listado de 25 sectores, con cláusulas abiertas e interpretables genera confusión. Se trata de medidas que no son coherentes con otras medidas anteriores (contratos públicos), que conduce a las dudas (¿son los sindicatos actividad esencial?, ¿quién determina esa “esencialidad”?)y facilitan el incumplimiento empresarial.

5) Más poder a la empresa. Por la vía de urgencia, estamos asistiendo a una nueva fase de empoderamiento patronal. Ante la falta de acuerdo es la empresa quien adopta todas las decisiones. En una materia que afecta a la duración y distribución de jornada, debería ser determinante la posición de los representantes de los trabajadores, a los que en la práctica la empresa solo ha de informar de cómo va a proceder.

6) Prevención de Riesgos Laborales. El tiempo de trabajo es una cuestión inescindiblemente ligada a la PRL. Es una pésima decisión que los delegados de prevención no vayan a ser siquiera consultados en una cuestión que implica alterar los calendarios laborales.

7) Mecanismos de la Reforma Laboral de 2012. Un gobierno que dice comprometido con la “derogación de la Reforma Laboral” no debería hacer uso de sus aspectos más lesivos. La distribución irregular de la jornada es precisamente uno de los ámbitos donde la Reforma otorgó plenos poderes a la empresa. Con este Real-Decreto se refuerza aún más la capacidad unilateral de actuación patronal en la organización del tiempo de trabajo.

8) Incoherencia. Estamos asistiendo a una proliferación de medidas inéditas, inconexas e incoherentes entre sí. Se apartan, además, de las dictadas por otros Estados de nuestro entorno. En lugar de encontrarnos con una regulación única de emergencia, nos vamos encontrando a diario con una diarrea legislativa que aborda de manera fragmentaria diferentes aspectos de las relaciones laborales (ERTE, teletrabajo, prestaciones, bolsas de horas, etc.) Hubiera sido deseable la aprobación de un paquete integral de medidas al inicio del estado de alarma. La situación es tal que la aparición de la errata “caos” en el apartado 15 del anexo del Real-Decreto da que pensar de si verdaderamente es o no una mera errata.

9) Falta de atención a las necesidades reales. En los centros de trabajo se ha echado de menos claridad en la adopción de medidas. El pretendido escalonamiento de las mismas solo ha conducido a la confusión y al “sálvese quien pueda”. En lugar de ofrecer soluciones colectivas y ordenadas nos encontramos con un escenario donde impera la “ley del más fuerte” en la jungla laboral. El Permiso Retribuido Recuperable tal y como se ha configurado es una nueva herramienta óptima para el abuso patronal.

10) Más desprotección para los más desprotegidos. Son los sectores laborales más precarios (mujeres y jóvenes, en especial), quienes no solo más están exponiendo su salud sino también quienes más desprotegidos se encuentran. No se ha diseñado ningún programa que garantice unos ingresos mínimos, que atienda específicamente a estos sectores (empleo doméstico, economía sumergida, etc.) o que se adapte a las diferentes realidades empresariales y laborales (grandes empresas y PYME, empresas familiares, etc.) Con el nuevo Permiso se incide en esta línea, diseñada con arreglo a los intereses de las grandes empresas y no de los trabajadores más precarios.

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