El martes 2 de septiembre se aprobó el reglamento que desarrolla la Ley de Sociedades Cooperativas Andaluzas. Desde el poder andaluz y las entidades subvencionadas por él llevan una semana haciendo loas a la norma. A Autonomía Sur, sin embargo, le parece que no todo es perfecto y maravilloso. Un ejemplo: la normativa cambia el nombre del «asociado» (que a diferencia del socio trabajador sólo aporta capital) por la de «persona inversora» y aumenta su relevancia y poder. Así, puede tener hasta 49 por ciento del capital social y un 25 por ciento de los votos en la asamblea, frente a los anteriores porcentajes de 30 por ciento y 20 por ciento, respectivamente. Es decir, avanza posiciones el socio «capitalista» frente a la idea de cooperativa como «empresa de trabajadores». Ya existen formas empresariales, y múltiples oportunidades especulativas, donde todo aquél que tiene capital puede invertir. Las formas empresariales de economía social, aquélla que pone en el centro a las personas y no al dinero, deberían ir en sentido contrario al que parece ha tomado el actual gobierno andaluz. Cuando el capitalismo andaluz se hace menos social (aumento de la emigración, precariedad, desigualdad, pobreza, etc.), la economía social andaluza se hace más capitalista. Desde Autonomía Sur no estamos de acuerdo con hacer más capitalista a la economía social, más bien todo lo contrario. 

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